𝐄𝐥 𝐢𝐦𝐩𝐞𝐫𝐟𝐞𝐜𝐭𝐨 𝐦𝐞𝐣𝐨𝐫 𝐬𝐢𝐬𝐭𝐞𝐦𝐚
Nunca antes en mi vida he visto tan amenazado el sistema democrático como en la actualidad. La muerte de los Castro no significó el fin de la dictadura cubana, sino que la llegada de un relevo: Miguel Díaz-Canel, Maduro afirmó que ganaría elecciones por las buenas o las malas y Daniel Ortega sigue persiguiendo a opositores sin consecuencia alguna.
Por si lo anterior no fuera lo suficientemente grave, ha surgido otro modelo que el ganador de las elecciones de El Salvador: Nayib Bukele, calificó como “la democracia” de un único partido, pues aunque la Constitución Política de su país no le permitía la reelección consecutiva, la voluntad del pueblo sí.
El Salvador con las pandillas y 2 partidos tradicionales corruptos e incapaces de brindar seguridad a los salvadoreños, dieron origen a la fuerza de Nuevas Ideas, un partido que dice no ser de izquierda ni derecha, pero si de la gente buena.
¿𝐋𝐚 𝐝𝐞𝐦𝐨𝐜𝐫𝐚𝐜𝐢𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐩𝐚𝐫𝐭𝐢𝐝𝐨 𝐮́𝐧𝐢𝐜𝐨?
A diferencia de los dictadores de corte socialista, cuya imagen internacional está sumamente deteriorada e incluso dentro de sus países deben usar la fuerza para reprimir movimientos de oposición, las ideas de Bukele son tan populares que muchos ciudadanos y políticos buscan imitarlo.
Como un costarricense que nunca ha puesto un pie en El Salvador, no tengo derecho a opinar sobre lo que siente un pueblo oprimido por 2 pandillas que habían convertido a ese país en un baño de sangre, asesinando, violando, amenazando y convirtiendo a ese país en un destino no deseado.
A problemas excepcionales medidas excepcionales. La mano dura y represiva del Estado de El Salvador contra las pandillas, parecía ser la única medida efectiva, aunque no definitiva. ¿Por qué digo que no es definitiva?
A pesar de que desde que Bukele fue electo presidente nos estuvo llegando información positiva sobre el control de pandillas en El Salvador, por alguna razón, un fin de semana de marzo del 2022 se reportaron 83 homicidios que dieron origen a un estado de excepción que se ha prolongado muchas veces.
Con este estado de excepción se suspenden garantías constitucionales como el debido proceso y principio de inocencia, algo muy efectivo contra los pandilleros pero muy peligroso para inocentes. Este estado de excepción también ha permitido censura previa sobre pandillas y un blindaje completo a información que debería ser pública: manejos financieros del Estado.
A lo anterior, se suman algunas acciones de Bukele que deberían encender las alarmas de cualquier demócrata, el ingreso de Bukele al parlamento (previo al dominado por Nuevas Ideas) acompañado por el ejército, la destitución de magistrados tildados de asesinos por Bukele al tratar de restarle poder a sus restricciones durante pandemia y la campaña política permanente de Bukele (principalmente en redes sociales).
Detrás del magnífico logro de contener el baño de sangre causado por las pandillas y acabar con un desgastado bipartidismo (FMLN y ARENA), Bukele aprovechó la coyuntura para convertirse en un presidente incuestionable que domina los tres poderes de la República, que ha logrado destruir casi totalmente a los medios que lo cuestionaron (El Faro y Gato Encerrado) y que incluso dentro de Nuevas Ideas carece de competencia: Bukele es el supremo líder.
Poco se habla internacionalmente de algunas denuncias relacionadas sobre persecución política, detenciones arbitrarias, endeudamiento público de El Salvador, acercamiento con el P.C.Ch (Partido Comunista Chino) que también apoya fuertemente a Daniel Ortega, aumento del costo de vida y pobreza o manejos turbios de fondos públicos (Bukele no debe rendirle cuentas a nadie).
𝐋𝐚 𝐯𝐞𝐫𝐝𝐚𝐝𝐞𝐫𝐚 𝐝𝐞𝐦𝐨𝐜𝐫𝐚𝐜𝐢𝐚
Aunque Bukele definió la democracia como el poder del pueblo y dijo que la voluntad del pueblo es que él siga siendo presidente aunque no lo permita la Constitución y que se mantenga de manera indefinida un estado de excepción, la democracia tiene otro significado.
Como dijo una vez el economista y escritor costarricense, Jorge Corrales Quesada: “La democracia no es la posibilidad de una mayoría para oprimir minorías, es un sistema que, aunque defectuoso, es el mejor para cambiar gobiernos y tomar decisiones públicas por consenso”.
La democracia implica la posibilidad de asociarse libremente para formar una oposición, implica la libertad de hablar negativamente de un gobierno e investigar y cuestionar sus decisiones y de que el individuo tenga garantía de no ser oprimido por un régimen populista o autoritario.
A la fecha desconozco si algunas denuncias internacionales sobre Bukele son ciertas o no, pero no tengo duda de que lo de su país no es democracia y de que si no se ha corrompido aún, tarde o temprano el poder absoluto corrompe.
Como libertario, defenderé la idea de un Estado limitado y un modelo republicano que no permita que su indeseable, pero necesaria coerción mínima recaiga exclusivamente sobre la voluntad de un mesías.
Ingeniero informático, escritor y periodista aficionado, emprendedor y defensor de la filosofía liberal.
Fundador de la revista DoxaCR.