¿Sanitarios separados o unisex?
En los últimos días, un hombre costarricense que se percibe como mujer, hizo un reclamo contra un bar de Barrio La California porque sus amigos, hombres que también se percibían mujeres, no tuvieron luz verde para ingresar al baño de mujeres. De los hombres que se perciben mujeres, algunos visten como mujer y usan un nombre femenino pero conservan su pene, algunos además de lo anterior, consumen hormonas para modificar la apariencia de su cuerpo y otros, además de todo lo anterior, también se someten a una operación de “cambio de sexo”.
Es decir, existen hombres que se perciben mujeres que conservan su pene y testículos, mientras que otros se someten a cirugías de cambio de sexo. Pero una cosa es la forma en que una persona se percibe y otra muy distinta lo que biológicamente es. Esta situación ha generado debate en redes sociales, lo que me motiva a escribir este artículo.
La normativa y cultura costarricense
Costa Rica es un país donde el Estado regula mucho a la empresa privada, y existen reglamentos sobre los sanitarios públicos en distintos negocios. Para empresas, la cantidad de empleados, así como el tamaño del establecimiento definen ciertos parámetros. Empresas con 15 o menos empleados, así como establecimientos de menos de 150 metros cuadrados, pueden tener un baño unisex compartido por hombres y mujeres. En casos con más empleados o un área comercial mayor, se establecen los requerimientos de los baños para hombres y para mujeres.
La regulación costarricense también determina que el sanitario para personas con alguna discapacidad (principalmente con silla de ruedas) puede incorporarse junto a uno de los otros sanitarios. Mientras que los sanitarios para hombres ofrecen orinales (en los que se orina de pie), los de mujeres generalmente ofrecen únicamente inodoros. Por esta última razón, los sanitarios de mujeres son compartidos con personas con discapacidad.
Además de las evidentes diferencias anatómicas entre hombres y mujeres, existen ciertas características de los sanitarios a considerar, que aplican también para vestidores y duchas. Estos espacios: sanitarios, duchas y vestidores, son espacios complejos para los comercios, pues mientras deben generar la intimidad necesaria para los usuarios y a mismo tiempo seguridad.
Esta protección se vuelve incluso más importante en bares, donde el consumo de licor y a veces otras drogas, producen inhibición de los sentidos y un aumento de los instintos sexuales. Los sanitarios son espacios donde es más probable que un ocurran violaciones y abusos sexuales. También pervertidos o exhibicionistas pueden aprovechar el espacio para exhibir sus genitales o tratar de espiar.
Aunque la división por sexo no garantiza que no ocurran eventos sexuales inapropiados entre personas del mismo sexo, ya sea por consenso o contra la voluntad, el predominio de la heterosexualidad disminuye estadísticamente la posibilidad de estos eventos, y además nivela un poco la cancha entre abusadores y víctimas, pues las mujeres se deberían defender de mujeres, y los hombres de hombres ante un eventual abuso.
La autopercepción entra en juego
Los progresistas, que durante la pandemia usaban frases como “yo creo en la ciencia” o en “en el nombre de la ciencia” nos trajeron un concepto que choca de frente con la evidencia y la ciencia: la autopercepción. Según esta teoría, las personas no son lo que nos dice su cuerpo físico ni la evidencia, sino lo que ellos perciben que son.
Un hombre de repente empieza a sentir que es una mujer y hay que llamarle “mujer” trans, o una mujer empieza a sentir que es hombre es un “hombre” trans, y otros inclusive han empezado a percibirse que son de alguna especie animal. Evidentemente, estas personas sufren un trastorno mental y requieren ayuda profesional.
Cuando una persona padece anorexia y ha llegado a condición crítica, el equipo médico trata la desnutrición y brinda terapia contra la idea de que el paciente no está en forma si no se encuentra desnutrido. Los profesionales en salud que tratan las alucinaciones por esquizofrenia, no hacen caso a las voces o visiones que tiene el paciente, las tratan. Pero cuando existe una disforia de género, la norma de algunos profesionales en salud, acuerpados por corrientes políticas, es hacerle caso a quien sufre el trastorno y tratar de obligar a la sociedad a aceptar dicha percepción.
Si bien el daño mental y físico que sufra una persona que no acepta su sexo es problema suyo y de nadie más, esto cambia cuando sistemáticamente se trata de imponer la visión del trastornado a los demás. Aquí el progresismo entra en la segunda contradicción, al tiempo que pregona que un culto organizado no puede obligarnos a creer que Cristo murió y resucitó, otro culto nos quiere obligar a creer y decir que unas personas son lo que ellas se perciben (sin discusión).
Conflicto en los sanitarios
Los que somos defensores de la libertad individual nos oponemos al exceso de regulaciones, y creemos que los negocios deberían tener mayor autonomía sobre la administración de su negocio. Decidir si los sanitarios deben ser unisex o separados por sexo, o bien, separados por sexo pero con excepciones para trans, debe ser potestad del comerciante, no una imposición estatal. De la misma forma, los clientes pueden mostrar preferencias hacia comercios con una de las políticas sobre servicios sanitarios mencionados anteriormente.
De momento, tenemos un problema relacionado con que el registro civil, por imposición de agrupaciones progresistas, otorga a una persona que así lo solicita, una nueva identidad que corresponde con la autopercepción de esta sobre su género. Esto podría generar un respaldo legal a la persona trans para afirmar que es lo que percibe ser.
¿Qué pasará en el mundo cuando el niño se pueda percibir adulto para consumir drogas, sexo o pensionarse de manera anticipada, el pederasta se autoperciba niño para evadir la justicia, el borracho se autoperciba sobrio durante la prueba de alcoholemia o el pobre multimillonario? ¿Por qué el Estado arbitrariamente fomenta unos trastornos mentales y delirios, mientras que da tratamiento a otros? Con la autopercepción ya nada tiene sentido.
Es una pena que existan quienes desean atacar a los comercios por tener sus propias políticas al respecto, y buscan imponer la autopercepción de una minoría sobre la realidad. ¿Y usted qué opina? Déjenos su opinión en los comentarios o la siguiente encuesta de Twitter:
¿Deben los hombres poder usar el servicio sanitario de mujeres?
— Doxa CR (@DoxaCR) November 2, 2022
Ingeniero informático, escritor y periodista aficionado, emprendedor y defensor de la filosofía liberal.
Fundador de la revista DoxaCR.